jueves, 29 de diciembre de 2011

The Complete Ken Burns Jazz

La entrada de hoy se la vamos a dedicar a una mega colección de Jazz. Se trata de la banda de sonido de la miniserie documental "Jazz", que cuenta por primera vez la historia completa del género, específicamente con artistas que desarrollaron su carrera dentro de los Estados Unidos. En nuestro país la miniserie fue emitida por Canal Encuentro en 2009 y 2010, en un programa llamado "El perseguidor" que conducía Javier Malosetti. Las películas incorporan una amplia gama de la cultura estadounidense y eventos históricos que interactúan directamente con la música, entre ellos la cuestión racial, siempre tan presente en este género. La miniserie fue dirigida por Ken Burns, un documentalista norteamericano cuya filmografía se basa en algunos de los hitos mas importantes para la historia y la cultura de Estados Unidos: las miniseries "The Civil War" (1990), "Baseball" (1994) y "Jazz" (2001) han sidos las mas aclamadas y premiadas. 
"Jazz" pone el foco en los músicos fundamentales: Louis Armstrong y Duke Ellington. Pero encontraremos a todos los artistas mas importantes del jazz, entre ellos Sidney Bechet, Count Basie, Benny Goodman, Billie Holiday, Charlie Parker, Miles Davis y John Coltrane. Jazz es de lo mejor que se ha realizado en materia de documental acerca de este género muscial, no sólo por el personal estilo de Burns al utilizar los testimonios, fotografías e imágenes de archivo, sino también por el enfoque histórico y la habilidad para analizar cada época dentro su contexto social. 

Grosso Ken!
Junto con la edición en dvd, se editaron 22 álbumes, cada uno compilando lo mejor de un artista. A través de www.gypsyjazzandswing.net y con el trabajo y la recomendación de Nicolás Ricci les ofrecemos la colección completa.

The Complete Ken Burns Jazz
Escribe Nicolás Ricci



LOUIS ARMSTRONG:
Desde luego, todo el disco vale oro. Pero quiero destacar West End Blues, el Mi noche triste del jazz. También Potatoe Head Blues, que Woody Allen incluyó en su lista de las cosas por las que valía la pena vivir, al final de "Manhattan". Heebie Jeebies es la primera grabación de scat.
 
CHARLIE PARKER: Todas las composiciones Gillespie-Parker son hechos venturosos, pero me gustaría saber qué pensaba Gershwin de esta versión de Embraceable You (supongo que tantos tocaron sus canciones que no le dio el tiempo para tener una opinión de cada uno).
DIZZY GILLESPIE: Este disco es, como todos los de esta colección, perfecto (sí, inclusive "Manteca"·), pero tengo que agregar que Gillespie es mi favorito y pocas cosas en este mundo me hacen más dichoso que escuchar Bloomdido, en la que está con Parker y -creo poder jurar- con Monk, o The Eternal Triangle (ésta escuchadla con auriculares, en lo posible), en la que está con Stitt y Rollins.  
BENNY GOODMAN: Air Mail Force es una de mis predilectas; todo: la guitarra (infrecuente en Goodman), la trompeta con sordina que parece salida de la orquesta de Ellington (veáse The Mooche) y, desde luego, el clarinete. Oscar Wilde descubrió que la música nos revela un pasado personal que hasta entonces desconocíamos. Así, uno siente, al escuchar un tango, la nostalgia por una Europa que no fue suya o el coraje de cierto imposible duelo a cuchillo. Body and Soul sugiere evocaciones cinematográficas de una Nueva York que nunca conocí y que extraño.
SIDNEY BECHET: The Basement Blues, "la otra" composición de W. C. Handy (¿Water closet a mano?). También las primeras cuatro piezas del disco, que son de los Clarence Williams' Blue Five, entre los que estaba Louis Armstrong.  
DUKE ELLINGTON: Usualmente, las mejores obras artísticas presentan relieves; picos de excelencia y valles de ripio. Tomemos, por ejemplo, un caso no polémico: la obra poética de John Milton. Tiene sus mecetas, sus obras forzadas y sus picos de gloria, como el Samson Agonistes o esos misteriosos sonetos elegíacos. Esta obra que comparto con ustedes -por ser antológica, me diran, pero eso no basta- es una obra hecha de picos, piezas tras pieza. Quiero nombrar una y no me lo permito, por no dejar fuera a tantas... Realmente este disco es una de mis cosas favoritas en el mundo y sin él no quiero vivir. Jungle music lo llamaron algunos civilizados contra la barbarie. Sarmiento lo hubiera detestado (eso podría ser un punto a favor de Ellington).
FLETCHER HENDERSON: Cita: "Henderson permitía a sus músicos demostrar su propio talento, mientras que el prefería quedarse detrás. Una cantidad de "pronto serán leyenda" se movieron junto a el a través de los años, incluyendo a Don Redman, Benny Carter, Ben Webster, Roy Eldridge, Art Blakey, Louis Armstrong, Coleman Hawkins, Lester Young, Rex Stewart, e incluso Sun Ra". Creo que Sugar Foot Stomp, King Porter Stomp y Happy Feet son suficiente motivo para persuadir a un potencial suicida de que la vida vale la mucha pena.
COUNT BASIE: Si perdonan la poca extravagancia de mis gustos, nombraré -como todo el mundo- One O'Clock Jump. Cuando Javier Malosetti tuvo que elegir una cortina musical para "El perseguidor" (su programa sobre jazz en Encuentro), eligió One O'Clock Jump. También nombraré otra pieza, con la que se podría ejemplificar cada vez que se quiera dar el concepto de swing: la pegadísima Topsy. Do, Sib, Sol#, Sol, Do, Sib, Sol#, Sol...
DAVE BRUBECK: Perdido es, en esta versión, una de las músicas de jazz más conocidas del mundo. Take Five quizá sea la más celebrada (hoy me entero que no la compuso Brubeck). También señalo The Duke que, o fue escrita pensando en Ellington, o en Mussollini... una de dos.

THELONIOUS MONK: Monk es el músico con más composiciones propias, interpretadas por él mismo, en la colección. En Monk encuentro la tristeza y la cadencia de Chopin. La primera vez que lo sentí fue escuchando -con lágrimas en los ojos- 'Round Midnight, que en este disco está en piano solo.  
ELLA FITZGERALD: Quisiera nombrar Lullaby of Birdland, con ese arreglo coral tan infrecuente. También A Night in Tunisia, que rara vez se escucha cantado. ¡Déjenme decir algo más! De las muchas mujeres cantantes del jazz, de esas talentosísimas voces, ninguna ha tenido jamás el instrumento que Fitzgerald tuvo. Cada nota que elige es la idónea; nunca la he podido escuchar sin abstraerme: me siento a escuchar a Fitzgerald, como a leer a Cervantes.
HERBIE HANCOCK: El disco abre con Watermelon Man. Los primeros compaces de la introducción nos prometen que seremos dichosos durante la próxima hora. El cierre del disco también es señalable, pues lo hace con una composición de Stevie Wonder (You got it bad girl). Hasta escuchar esto, no hace mucho (Hancock llegó a mí recientemente), yo no sabía que Wonder podía sonar así.
MILES DAVIS: El siguiente párrafo es un fragmento de mi diario: "Sábado, 12 de febrero de 2011. Yo creí que Miles Davis no me gustaba, quizá por ser más difícil de categorizar que los demás, quizá por no ser ni Gillespie ni Coltrane, sino algo en el medio. Hoy, como cada vez que quiero hacer dormir a [mi hijo] Dante, en vez del silencio, opto por poner música con el volumen elevado (de algún modo, funciona). Puse a Davis, con menos ganas de escucharlo a él que de escuchar My Funny Valentine. Dante se durmió pronto. Yo pude haberlo ubicado en la cuna y volver al mundo. Pero, sin advertirlo al principio, retrasaba eso para seguir escuchando. Con una feliz sorpresa, comprendí que estaba emocionado casi hasta las lágrimas. Sentí vergüenza por las consideraciones en su contra. Sentí, por sobre todo lo demás, el enorme placer de una música íntima y compleja."
CHARLES MINGUS: Goodbye Pork Pie Hat, sin duda. También me emociona la versión aletargada de Mood Indigo. Me gustaría saber quién es el pianista en cada pieza, porque brilla, y su luz, de a ratos, es lo único que ilumina la oscuridad de ciertos pasajes; es dificil, empero, precisarlo en todos los casos, ya que se trata de piezas de diversas fechas, con diversas formaciones.
ORNETTE COLEMAN: El disco de Coleman es, como el de Monk, el de un compositor. Un arduo compositor que atravesó diferentes etapas compositivas, cuyas estructuras variaron y cuyo resultado antológico es diverso. Ordenados -hasta donde sé- cronológicamente, se percibe los cambios de estilo que variaron de un comienzo claramente marcado por el bebop y el desenlace en el free jazz y el avant-garde. Yo prefiero, lo mismo con Davis también, las obras más lejanas a la fusión, pero, antes de que me tiren tomates al grito de "Puritano", sépase que hablo de preferencias personales.
COLEMAN HAWKINS: Aunque abundan versiones de Body and Soul, les aseguro que no hay otra mejor que ésta. Acaso sea la primera pieza de jazz que escuché en mi vida; de seguro fue la primera que me enamoró. El mundo podría someterse a un test de sensibilidad artística; y ay de quien no se conmueva con Body and Soul por Hawkins.
ART BLAKEY: Podría mencionar las piezas de Monk y de Gillespie, pero sospecho que, si hay una obra entre las obras de Blakey que lo exprese más íntimamente, ha de ser Free for All. Como siempre, carezco de la lista de músicos. Les juro que está Freddie Hubbard; les juro que no está Marsalis.

SARAH VAUGHAN: Si me perdonan el sacrilegio, y sabiendo de antemano que Ella Fitzgerald es en mi mundo la primera voz del jazz, confesaré que nunca escuché una mejor versión de Misty que ésta de Vaughan.
SONNY ROLLINS: Digamos desde el comienzo que este disco es perfecto: el todo y sus partes. Digamos, asimismo, que le falta una pieza, The Eternal Triangle, que figura en el disco de Gillespie de esta colección. En dicha pieza, una de las más perfectas del mundo, se bate con la trompeta de Gillespie y el saxo de otro Sonny (Stitt).
BILLIE HOLIDAY: Personalmente (aunque este adverbio figura de un modo tácito en todas las recomendaciones), no conozco una mejor versión de Autumn in New York. Es perfecta y triste. Es un goce amargo, como la lectura de Dostoievski o Kafka.
LESTER YOUNG: Debo admitir que, de todos los discos de esta colección, éste es el que menos escuché. No me enorgullezco y planeo remediarlo. Hasta entonces, puedo decirles que This Year's Kisses tiene esa hermosa inocencia de las composiciones de Irving Berlin.
JOHN COLTRANE: Con poquísimas piezas, este disco es sorprendentemente exhaustivo. Abarca todas las etapas en la carrera de Coltrane, que, si bien no fue tan extensa, sí fue cambiante como las formas de Proteo. Naima fue quizá la primera obra de él que escuché; no puedo imaginar una mejor introducción. Acknowledgement es una de las partes de A Love Supreme, acaso la obra más libre y espiritual que compuso. Si nadie se molesta por las obviedades, nombraré My Favorite Things como una de las músicas más felices en este mundo. 

Nicolás Ricci


Para decargar esta colección, los invito a pasar por el post de Nicolás en el sitio gypsyjazzandswing.net. Así que no lo dudes y Escuchate Esto!
Desde luego, también esta disponible la miniserie en este link



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