"Mannish boy", uno de los
grandes himnos del blues eléctrico, es una canción que cualquiera ha
escuchado alguna vez en su vida, y que a todo el mundo le suena,
incluso aunque no sepa una palabra sobre blues. Una canción que fue resultado de un
diálogo discográfico entre dos músicos. Uno de ellos empleaba
la ironía en sus letras, el otro sencillamente se gustaba a sí mismo y
tenía ganas de hacérselo saber al mundo. Hablamos de Muddy Waters y Bo Diddley. En esta Entrada de Escuchate Esto! compartimos (en forma parcial) un magnífico artículo publicado en el sitio www.jotdown.es sobre el nacimiento y la génesis de este blues.
Aunque estaba dirigido por dos
blancos, el sello Chess, de la Ciudad de Chicago, se especializó en grabar y editar blues. Los hermanos Chess
eran de ascendencia judía europea, tal vez por ese motivo no tenían ningún prejuicio en codearse con negros. Este sello impulsó en la década del 50 a muchos personajes
que jugaron un papel importante en el desarrollo de la música negra. Al mismo tiempo, la gran “movida” blues se
había desplazado desde del delta del Mississippi al norte del país, mas
especialmente a Chicago. Es en este contexto donde aparecen los dos personajes que protagonizan nuestra historia: Muddy Waters y Bo Diddley.
Dixon, Waters, Guy |
Pero había en Chicago un músico más
joven para quien el concepto “ironía” no entraba en la ecuación, al
menos a la hora de hablar de sí mismo: Bo Diddley. Acostumbrado a adorarse hasta el punto de titular canciones con su propio nombre (Bo Diddley, Hey Bo Diddley,
etc.). Diddley presumía de su bagaje callejero —aunque a algunos les
pudiera confundir sus gruesas gafas— y en sus letras se dedicaba
básicamente a venderse a las nenas. Él se consideraba el
tipo más molón de Chicago y se limitaba a comunicar al género femenino
la buena nueva, acompañándose de un ritmo característico que por
entonces bautizaron como “ritmo de la jungla” y que ha sido utilizado
hasta la saciedad por otros artistas. Diddley se convirtió sorprendentemente en una figura muy popular entre la juventud, tanto negra como blanca.
Lo cierto es que para su primer disco (un single con dos canciones) usó un riff
parecido al de "Hoochie Coochie Man" y grabó una nueva canción, llamada lisa y llanamente "I’m a Man":
en ella, Diddley hablaba de sí mismo en términos similares a la canción
de Waters, pero en su caso ignoró por completo la vertiente sarcástica
del original. Fue el primer single que publicó en su carrera: en la
cara A estaba la canción Bo Diddley. En la cara B, la canción I’m a man. Ambas dedicadas a sí mismo.
Aquella fue su grabación de debut y se convirtió en su primer éxito.
Aunque no todo el mundo quedó tan impresionado como Diddley pretendía:
al curtido Muddy Waters le provocó
una considerable hilaridad aquella especie de versión enloquecida de "Hoochie Coochie Man". De hecho, apenas la escuchó se le ocurrió devolverle la pelota grabando una imitación de "I’m a man"
solo que modificando la letra con intención sarcástica. Muddy tituló el
tema "Mannish boy", algo así como “niño que parece un hombre”,
“niño mayor”. La grabación incluía unos cachondos
gritos de fondo cada vez que Muddy pronunciaba la palabra “hombre”. Esta contestación irónica se publicó tan solo unos meses después que la canción de Bo, y también se convirtió en un éxito.
1977 fue el año del auténtico retorno de Muddy Waters. El texano Johnny Winter convenció a Waters para grabar un nuevo disco, crudo, directo, con el más puro estilo del viejo blues de Chicago, aquel sonido que iba directo a la médula aunque ya no estuviese de moda. Grabaron todo el álbum solamente en dos días, para captar toda la inmediatez del momento, tal y como se habría hecho en los viejos estudios de Chess Records. La joya del álbum era una nueva versión de "Mannish Boy". El Albino (Winter) consiguió como productor artístico del disco, que la canción sonase con una viril dureza: sonido muy tradicional, pero captado con los nuevos medios técnicos que lograsen transmitir su energía con claridad. El viejo bluesman suena vibrante y suelto, como en una actuación en vivo, y su voz está repleta de entusiasmo. Johnny Winter (a quien varias veces escuchamos lanzando exclamaciones por el fondo) y el resto de la banda están felices por la oportunidad de grabar junto al gran Muddy y eso se transmite perfectamente en la vibración de la canción, que dura más de cinco minutos con ese único riff repetitivo pero que resulta maravillosamente adictiva.
Con el impulso de aquella nueva versión de "Mannish boy", el álbum Hard again
devolvió a Muddy Waters al candelero. La crítica se mostró encantada
con el disco. El tema volvió a sonar en las radios y fue entonces cuando
verdaderamente adquirió la categoría de estándar universal: siempre
había sido el que más excitaba a la gente en los conciertos de Muddy,
pero ahora, además, se colaba en el bagaje cultural del país y del mundo. Unos meses después los Rolling Stones
incluyeron una versión parecida de "Mannish boy" en su album en vivo "Love you live" de 1978.
Muddy Waters no vivió mucho tiempo más, nos
dejó en 1983, siete años después, pero saboreó nuevamente la sensación de ser un músico respetado y
admirado. Volvió a ofrecer conciertos ante un público numeroso, que
ahora se mostraba entregado ante la leyenda. Hoy en día nadie duda que
fue uno de los músicos más importantes del siglo XX, aunque solo sea
por la enorme influencia que su sonido ejerció en miles
de otros músicos.
Artículo extraido del sitio www.jotdown.es
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